Watchmen es una obra maestra de la cultura contemporánea, y partiendo de esta premisa repasaremos brevemente este mítico trabajo de los británicos Alan Moore, guionista, y Dave Gibbons, dibujante (además de John Higgins, color).

Who watches the Watchmen? (¿Quién vigila a los vigilantes?)

Que quede constancia primero que no pretendemos llegar a desarrollar aquí un análisis detallado de una obra trascendental del cómic moderno sino ofrecer una simple reseña de un producto que, por su complejidad y sus múltiples ángulos, tramas y lecturas, ya ha sido objeto de muchos estudios distintos desde que apareció, a finales de los años 80 de la mano de la editorial norteamericana DC Comics. Nuestra responsabilidad es mucho menor, y nos limitaremos a presentar un producto indispensable para cualquier aficionado al cómic, y perfectamente recomendable para cualquiera que no conozca en profundidad este arte erróneamente considerado menor.

A Alan Moore no le hacen falta presentaciones. Guionista de otras obras de gran éxito como V de Vendetta, Miracleman, La Cosa del Pantano o From Hell, hizo su debut en la escritura de guiones de cómics en 1980, con aportaciones puntuales en las revistas británicas Dr.Who Weekly y la celebrada 2000 A.D. Tras el éxito de Marvelman (publicado en los Estados Unidos como Miracleman) y V for Vendetta (ganador del premio Eagle como mejor cómic de 1982 y 1983), Moore saltó a los Estados Unidos para encargarse de la serie de DC La cosa del pantano. Su impresionante curriculum se acrecentaría después con Watchmen, con La Broma Asesina, From Hell y con la serie League of Extraordinary Gentlemen, colaborando con artistas de la talla de Bolland, O'Neill, Campbell o Gibbons.

Por su parte, Dave Gibbons empezó su carrera a mediados de los años 70, colaborando con 2000 A.D, Harlem Heroes, Dan Dare y Rogue Tropper. Con Green Lantern, de DC, Gibbons pasó a trabajar en la industria norteamericana del cómic, en la que alternó productos más comerciales con otras joyas, como Watchmen, Give me Liberty o The Originals.
John Higgins, la tercera pieza del engranaje, se encargó de recolorear íntegramente la reedición de lujo publicada en EEUU para celebrar el 20 aniversario de la serie (con la supervisión de Dave Gibbons). Ha trabajado con grandes autores del cómic y con Alan Moore, en concreto, participó en Watchmen y La Broma Asesina.

Watchmen es una obra terminada, con un final cerrado y no se ha publicado nunca una serie regular con sus personajes. Apareció por primera vez, en formato comic-book, entre 1986 y 1987 a lo largo de una docena de entregas y editado por DC Cómics. La desaparecida Zinco los publicó en castellano, en el mismo formato, y Norma Comics publicó posteriormente un álbum en tapa dura que recopilaba los 12 números de Watchmen. La última edición en castellano de Watchmen ha llegado en formato Absolute de la mano de Planeta deAgostini, en abril del 2007 (464 páginas y 35 euros), en una edición definitiva plagada de extras que conmemora el 20º aniversario de la obra y réplica de la publicada en Estados Unidos un año antes, tamaño 212 x 320 mm y cartoné.
La obra de Moore, Gibbons y Higgins ha sido reconocida con múltiples premios del mundo del cómic (Eisner, Kirby, Harvey) e incluso del mundo de la ciencia-ficción (Hugo). En el año 2005 la revista “Times” la incluyó en la lista de  100 novelas mejor valoradas del S. XX en lengua inglesa.

La historia que narra Watchmen se desarrolla en una ucronía temporal, en los años 80 de un mundo en el que los Estados Unidos ganó la guerra de Vietnam, los coches son eléctricos, Nixon aún gobierna y existen superhéroes reconocidos por el gobierno. La atmósfera del cómic es inherente a la de la Guerra Fría: las dos superpotencias enfrentadas en una escalada de tensión que parece abocada a una tercera guerra mundial inminente. La amenaza nuclear planea sobre toda la obra y se convierte en uno de los ejes sobre los que se sostiene la historia.
Moore traslada a su ucronía la realidad de una época convulsa que vivía el mundo cuando escribió su obra, con la decadencia y el final del mandato Reagan y la deprimente era Thatcher británica a las riendas de las potencias económicas y militares de occidente, la irrupción de los yuppies, los inicios de los ordenadores personales, el desarrollo de las primeras multinacionales que acabarán por dominar el mundo, los políticos neocons sin escrúpulos, el modelo imperialista americano y la ola de conservadurismo… Con Watchmen, Moore critica abiertamente a la sociedad occidental de finales del siglo XX.
En la ucronía de Moore, los superseres (a pesar de inspirarse directamente en ellos, no usa el término superhéroes, sino vigilantes) surgieron como vigilantes enmascarados a finales de los años 30 y fueron tolerados por la sociedad hasta finales de los años 70, cuando el gobierno estableció que debían revelar sus identidades o se retirarse.
Curiosamente solamente uno de los vigilantes de Watchmen (el Dr. Manhattan) es un ser con poderes en un cómic sobre superhéroes, ya que el resto de los protagonistas del cómic no se comportan en general como héroes, ni disponen de extraños y maravillosos poderes sobrehumanos como los superhéroes tradicionales de Marvel y DC.
El mismo título de la historia, Watchmen, significa “Vigilante” aunque, como en tantos otros aspectos del guión de Moore, tiene otras lecturas: Watch significa reloj, objeto imprescindible en el desarrollo de la historia.

La primera parte de la historia es casi de género negro: un homicidio. A partir de esta premisa argumental Moore traza una obra coral, un complejo lienzo donde los héroes, máscaras sobre máscaras, superhéroes tradicionales distorsionados con fobias y patologías propias de la realidad del siglo XX, pocas veces son lo que parecen: un ser omnisciente, todopoderoso y azul (Dr. Manhattan-Jon Osterman), un justiciero violento y amoral fallecido en extrañas circunstancias (el Comediante-Edward Blake), además de un grupo de superseres definidos con complejidad y profundidad (el Búho Nocturno-Dan Dreiberg, Rorschach, Ozymandias-Adrian Veidt,…).
Desplazados por la sociedad e incluso perseguidos por la ley, algunos héroes siguen operando aún al margen del orden establecido mientras otros trabajan como aliados del gobierno de los Estados Unidos, como el Dr. Manhattan, una pieza clave de la superioridad norteamericana en la Guerra Fría.
La historia concluye, tras un desarrollo brillante, con la “victoria” del bienhechor sin escrúpulos Ozymandias: la humanidad, al borde de la conflagración nuclear definitiva, finalizará sus hostilidades para unirse frente a la terrible amenaza venida del espacio… Hay quien podría leer en Watchmen curiosas similitudes con acontecimientos históricos que sucedieron posteriormente a la obra de Moore, como el 11 de Septiembre en Nueva York y la guerra contra el terrorismo del presidente norteamericano George Bush, usando el Miedo como herramienta para garantizar la unión de su pueblo frente a un enemigo común exterior.

Con Watchmen Alan Moore consiguió llevar el cómic de superhéroes a la madurez, el arte secuencial de Eisner a la plenitud, el guión de cómic por delante del dibujo y subordinarlo a su control, la escuela británica (y europea) por encima de la norteamericana,… Un nuevo estilo de cómic, más maduro y profundo, al que el público no sólo no le dio la espalda sino que recibió con los brazos abiertos.
Y es que Watchmen es al cómic lo que Citzen Kane fue al cine: obras que marcan una época y que reinterpretan el género. Los 80 abrieron las puertas a la entrada de nuevos jóvenes valores que revolucionaron el género, un puñado de autores que introdujeron nuevas vías argumentales en el panorama y dieron lugar a obras fundamentales que marcaron el cambio: Miller, Gaiman, Moore… Watchmen es hoy, junto a V de Vendetta, Akira, 300, Sandman o Sin City, uno de los imprescindibles de este arte llamado El Noveno.

Watchmen es una obra inteligente y creativa narrada de forma lineal (planteamiento, nudo y desenlace) pero con distintos niveles diferentes, flashbacks e historias dentro de la historia (por ejemplo, los piratas de Tales of the Black Freighter). Además, Moore se apoya en la prosa, al final de cada capitulo, para completar el contenido de cada uno de los 12 capítulos de la historia: recortes de periódico, anuncios publicitarios, ensayos, expedientes,…
Formalmente es una obra muy cinematográfica, con travellings, con elipsis temporales, con fundidos y transiciones para los cambios de escena. entre una novela y ese arte secuencial que definió Eisner… aunque, pese a los intentos de Zack Snyder, Moore siempre consideró su obra como inadaptable. Y es cierto, pues Watchmen se sustenta el lenguaje de la viñeta, para el que fue creado: hay innumerables juegos de montaje, composición y transiciones que no pueden traspasarse al cine. Su guión, un absoluto rompecabezas donde se tejen multitud de historias y argumentos, un collage perfecto… para el género en el que fue creado. Watchmen es una obra compleja, mucho más que cualquier cómic medio. Una segunda lectura aporta nuevas reflexiones sobre la obra, y una tercera aún aporta elementos nuevos, al igual que una cuarta.
Pese a centrar nuestra atención principalmente en el guión, Watchmen también destaca, a su manera, en el dibujo y el color. El dibujo, de grafismo clásico, líneas claras y sencillas, no abusa y se somete al guión con respeto. El color, primario, acentúa la sensación de grafismo efectivo y poco espectacular.

Recientemente se ha iniciado la adaptación cinematográfica de Watchmen, de la mano del director Zack Snyder (responsable de la adaptación al cine del cómic de Frank Miller 300), con los actores Jackie Earle Haley, Matthew Goode, Billy Crudup y Patrick Wilson, entre otros. Hasta el año 2009 no veremos el resultado de tan ambiciosa apuesta, pero ya sabemos que las anteriores adaptaciones cinematográficas basadas en novelas de Alan Moore terminaron bastante mal…