Tras una larga espera Gigamesh publicó, hace unos nueve meses, el cuarto volumen de la saga de Canción de Hielo y Fuego; Festín de Cuervos. Acabo de terminar de leerlo, después de retrasar la lectura intencionadamente, y no puedo quedarme más decepcionado.

George R.R. Martín siempre ha dicho que Canción de Hielo y Fuego es un libro que está, en parte, basado en la Guerra de las Dos Rosas, un suceso que convulsionó a media Europa y que tuvo consecuencias muy importantes en el devenir de Inglaterra. Pues bien, en Canción de Hielo y Fuego el devenir de los Siete Reinos está marcado por personajes, traiciones, intrigas, guerras… El aliado de hoy puede ser un traidor mañana y nuevamente aliado al cabo de dos días más. No sabes en quién confiar y no sabes qué trama es importante. No hay forma de conocer el devenir de lo que nos espera. Algo que quedó muy patente con la Boda Roja, un acontecimiento que marcó a fuego este volumen, el cuarto de la saga, y que, posiblemente, sea el culpable de mi decepción.

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Entendedme, lo sucedido en la Boda Roja fue un suceso que me disgustó muchísimo, nuevamente Martín nos demostraba que en esta saga no te puedes encariñar con ningún personaje porque CUALQUIERA puede morir. Eso hace que el lector esté atento a cualquier personaje que aparece por sus páginas, y el listado es enorme, pero también hace que no haya un verdadero protagonista. Contemplamos lo acaecido desde tantos puntos de vista, tan fragmentado, que sólo nosotros podemos tener una imagen global en un enorme reino con multitud de situaciones “calientes”. Es un caos.

Recapitulemos. Tras la muerte de Robb Stark, el Joven Lobo, en la Boda Roja las aspiraciones de los Stark al Trono de Hierro han quedado muy tocadas, tanto que sólo se nos habla de Arya y Sansa, quienes están pasando con un infierno para poder sobrevivir. Por otra parte, los Lannister acaban de perder a su líder, Tiwyn, dejando a Cersei en el poder, una reina regente corrupta y viciada que no sabe cómo llevar las riendas del reino. Mientras tanto Stannis ha acudido a la petición de auxilio de Lord nieve, Jon Nieve, en el Muro. Lo que deja la guerra de los Cinco Reyes (ya sólo quedan dos) en un inpass del que los Lannister se aprovechan.

De los Targaryen poco se sabe, de hecho en Festín de cuervos tan sólo sabemos de rumores sobre Daenerys de la Tormenta.

Mientras tanto los Otros acechan, el Invierno se acerca y los Siete Reinos están divididos, rotos, quebrados por luchas intestinas de poder en las que la religión, por medio de un nuevo Septo Supremo, es el único poder que comienza a ascender. Pero nuevos dioses, o antiguos, llegan a los castigados Siete Reinos, dioses que ya asesoran a un rey y que, seguramente, no permanecerán ociosos mucho más tiempo.

Esta es, a grandes rasgos, la situación de los Siete Reinos que, más o menos, nos dejaron los anteriores 3 volúmenes, así que se pude comprender la impaciencia que  todos teníamos por leer el siguiente volumen. Lo que explica que sea un volumen tan decepcionante porque George R.R. Martin ha dejado de lado a los personajes más interesantes. Jon Nieve apenas aparece (unas pocas páginas al comienzo del libro), Daenerys de la Tormenta también es dejada de lado e incluso Stannis Baratheon desaparece de este cuarto volumen y sólo es nombrado por otros.

En su lugar Martin se centra en Cersei y Jaime, que transitan por caminos opuestos, y mientras la primera se va corrompiendo más el segundo intenta convertirse en un caballero honorable, aunque le cueste ya que el León tira de él.

Sansa está en manos de el Meñique haciéndose pasar por su hija bastarda y formando parte de un plan que, en el futuro, la coronará reina de Invernalia y de El Nido, aunque esto sólo lo sabemos al final.

Arya está aprendiendo en Dorne lo que necesite para poder vengar a su familia, aunque de momento es bastante aburrido lo que se nos cuenta, está bien narrado, pero parece innecesario.

Por otra parte tenemos a Brienne que, en fin, da vueltas por los Siete Reinos mientras busca a Sansa sin encontrarla y no deja de padecer sufrimientos, dudas y otros sucesos de escaso interés. Salvo uno, que se da al final del libro, cómo no.

Es, también, interesante ver qué sucede con los Greyjov, los personajes en los que podemos encontrar más acción, pero, claro, Martin también se olvida de ellos a mitad de novela dejando para más adelante la resolución de esta trama, cómo no.

Mientras tanto hay una intriga en Dorme para coronar a Myrcella como reina de los Siete Reinos.

Vamos, que parece que la cosa se pone interesante, ¿verdad? Pues no, porque en la mayoría de los casos todo es paja. Son casi 800 páginas muy bien escritas por Martin, eso hay que reconocerlo, pero que no nos ofrece casi nada de acción, mucho desarrollo de personajes por aquí, mucho buscar a Sansa por allá, etc, pero no hay nada sabroso que llevarse la boca, nada como la Boda Roja, nada como los dragones, como los Otros o como las batallas del anterior volumen. Nada sobre Tyrion, nada sobre Davos (salvo su supuesta muerte), Melisandre, Bran, Rickion, etc.

Hay, eso sí, una nota del autor en la que nos anuncia que todo eso se verá en Danza de dragones, libro que saldrá “el año siguiente” (dudo mucho que eso suceda así en España), donde se justifica alegando que la amplia extensión de la obra le obligó a dividir en dos todo lo escrito dejando Festín de Cuervos para extenderse sobre lo sucedido en Desembarco del Rey y Danza de dragones para lo que sucederá en el Muro y con Daenerys. ¡Pues qué bien pensaréis! Se cierra la trama de Desembarco del Rey y se abre la trama de el Muro y de los dragones, ¿no? Pues no, porque Desembarco del Rey queda totalmente en el aire, en su mejor momento, y del Muro, pues ya veremos cuándo lo publique Gigamesh y lo leamos.

Vamos, que me siento un poco estafado por el autor, este libro me parece, principalmente, paja de calidad. Apenas suceden cosas de interés o de importancia y sin embargo les ha dedicado casi 800 páginas a extenderse sobre detalles de poco interés. Qué más nos da seguir viendo decaer a Cersei, ¿era necesario tanto regodeo? Es que era un personaje algo más inteligente de lo que la muestra aquí. ¿O a Brienne? Que parece más un capricho por aquellos cuentos medievales de doncellas que vestían armadura que un personaje al que tengamos que prestar auténtica atención.

En fin, no puedo negar que el libro se lee bien, que está muy bien escrito y editado (aunque está vez he pillado varios errores de transcripción, algo raro en esta editorial donde se cuida tanto la edición), pero no es el libro que esperábamos, no me ha causado tan bien sensación como los anteriores y ha sido algo, bastante, decepcionante. Una pena, pero esperaba más, mucho más.