Ha vuelto a ocurrir un año después. Otra película en la que una sala con ¿trescientas, cuatrocientas personas? sale del cine en completa calma y total silencio, mientras suelan las últimas notas de la banda sonora y desfilan los títulos de crédito, completamente noqueadas por lo que acaban de ver y lejos, muy lejos anímicamente de los efusivos aplausos y la algarabía de otras grandes películas como la saga de “El señor de los anillos”.

 

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Dirección: Ang Lee.
País: USA.
Año: 2005.
Duración: 134 min.
Género: Drama.
Interpretación: Heath Ledger (Ennis Del Mar), Jake Gyllenhaal (Jack Twist), Linda Cardellini (Cassie), Anna Faris (Lashawn Malone), Anne Hathaway (Lureen Newsome), Michelle Williams (Alma), Randy Quaid (Joe Aguirre), Kate Mara (Alma Jr.).
Guión: Larry McMurtry y Diana Ossana; basado en un relato de Annie Proulx.
Producción: Diana Ossana y James Schamus.
Música: Gustavo Santaolalla.
Fotografía: Rodrigo Prieto.
Montaje: Geraldine Peroni y Dylan Tichenor.
Diseño de producción: Judy Becker.
Vestuario: Marit Allen.

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Efectivamente, “Brokeback mountain” es otra cosa, nada tiene que ver aunque también sea cine del grande. Ocurre que el cine da para todos los gustos y sensibilidades, y es tan grande y variado como la vida misma.

¡¡¡Qué ironía!!! En un mundo audiovisual en el que domina la intensidad de la imagen y el sonido, el montaje dinámico, la música de fanfarria, el argumento adrenalítico, la épica y en el que los cines los llenan los jóvenes, de pronto todo se vuelve del revés y el reconocimiento y la taquilla son para una película de ritmo pausado, música susurrada, argumento humanista, tono lírico y hecha para un público adulto. Y además de eso concienciada con un tema cuando menos espinoso y políticamente incorrecto. A veces da la sensación de que los tiempos van cambiando a mejor, aunque también pueda ser que todo sea cíclico y que, como nos cansamos de todo, de vez en cuando nos gusta variar hacia el susurro, la pausa, la reflexión y la conciencia.

Por lo que a mí respecta tan motivo de satisfacción es que en su día “El señor de los anillos” fuera un éxito, como que el año pasado triunfara “Million dollar baby” y este año lo haga “Brokeback mountain“. Todas me parecen cine con mayúsculas aunque nada tengan que ver las dos últimas con la primera, como representantes de una manera de hacer cines completamente diferente. Sí se acercan y mucho, en cambio, la película de Clint Eastwood y la de Ang Lee y posiblemente van a tener un reconocimiento similar y sean ambas ganadoras del óscar a mejor película . Desde luego si este año no venciera “Brokeback mountain” sería una sorpresa de las grandes.

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Lo que sí me gustaría destacar es que no se trata de una película sobre homosexuales, en absoluto (esto es algo que entendieron muy bien desde la misma producción ya que el productor James Schamus, quiso desde un primer momento atraer como público potencial a las mujeres). Es una película sobre dos personas enamoradas cuyo entorno social impide que puedan ser felices (en ese sentido recuerda mucho a “Romeo y Julieta“). Sería un error simplificar su significado e importancia al hecho de que “conciencia”. No creo que se trate de eso, aunque evidentemente, lo hace. Más bien pienso que debemos ver la película como un drama romántico, como una película de corte humanista, que habla sobre el ser humano y lo complicado que resulta dar rienda suelta a nuestras individualidades (cada persona es un mundo) dentro de una colectividad que rara vez acepta o ha aceptado al que no cumple la norma.

Por esto mismo pienso que no es una película sencilla de ver y eso todavía hace más especial el hecho de que tanta gente esté yendo a verla, de que esté siendo tan bien acogida. ¿Quizás es porque es políticamente correcto decir que gusta? ¿Gusta realmente a todo el mundo? Es que me parece extraño, aunque por su puesto, me encanta que lo haga, me hace tener fe en que muchas cosas pueden ir mejor de la misma manera en que el año pasado me lo hizo pensar “Million dolar baby” ¿Está cambiando algo en nosotros? No sé, el caso es que es una película de dos horas y cuarto largas; su desarrollo es pausado; invita a la introspección, a estar uno consigo mismo y no con el de la butaca de al lado; obliga a meditar sobre lo que se está viendo y exige atención a miradas y silencios porque a menudo dicen más que las líneas de diálogo….No, no es una película para que entusiasme a todo el mundo.

Lo que me parece un acierto mayúsculo es que la historia de amor se produzca entre dos vaqueros de personalidades radicalmente diferentes y que éstas sean el eje del desarrollo del guión. Creo que el mérito cabe atribuírselo a la novelista Annie Proulx, autora también del argumento de una película de Lasse Hallstrom, “Atando cabos“, con cuya adaptación no parece que quedara muy satisfecha. El caso es que esta autora publicó la historia en forma de relato corto en el “The New Yorker” en 1997 cosechando fabulosas críticas que la convirtieron en objeto de deseo para el productor Scott Rudin, quien estuvo durante algún tiempo tratando de sacar adelante el proyecto sin éxito hasta que James Schamus compró el guión que se había hecho para convertir la historia en película. Pues bien, resulta que tanto la idea inicial como el trabajo posterior de Larry McMurtry y Diana Ossana con el guión me parecen magníficos. Hay en ello muchísima materia prima para hablar y sobre lo que meditar porque no se trata sólamente de una película de “vaqueros gays”.

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Los dos personajes que tan magníficamente interpretan Heath Ledger y Jake Gyllenhaal (Ennis del Mar y Jack Twist) están repletos de recovecos y matices que vas descubriendo conforme avanza la película. Lo interesante es que no descubres los datos de una manera obvia, mediante flashbacks sobre su vida. Te plantas en el mismo momento en que se conocen, acudes con ellos a la montaña del título, escuchas las pocas poquísimas palabras que se cruzan, eres testigo de cómo crece su relación y a partir de ahí vas atando cabos sobre cómo son y por qué actúan como lo hacen. Sólo decir que su personalidad es altamente relevante y también lo son sus miradas, silencios y breves diálogos, porque todo aporta información sustancial y desencadena los acontecimientos que se van sucediendo. Esto, que va haciendo avanzar la película de una manera natural, es algo altamente complicado en el cine y sobretodo para los actores. Hay que tener en cuenta que, sobretodo en el caso de Heath Ledger, conocemos a su personaje más por lo que no dice que por lo que dice. Son sus gestos y miradas, su desesperación, sus explosiones anímicas en momentos determinados las que nos aportan la información que precisamos y eso sólo lo consigue un gran actor. En el caso de Jake Gyllenhaal es algo parecido, aunque le toca el personaje extrovertido, aunque en su caso es magnífica la interpretación que hace porque de los dos personajes es quien sí ha asumido y aceptado su condición y, sin embargo, aunque la manifiesta, la “deja ver”, no hace ostentación de ella logrando un perfecto equilibrio digno de una “funambulista” interpretación. En realidad los actores de esta película (también Anne Hathaway-Laureen y Michelle Williams-La esposa de Ennis) hacen que ésta también crezca, magníficamente dirigidos por Ang Lee, que saca de ellos lo mejor de sí a base de primeros planos en los que nada dicen, pero que lo dicen todo. Me encantan por ejemplo momentos como cuando Ennis recuerda al final a su amigo con los ojos llenos de lágrimas, cuando la mujer de Ennis descubre el secreto de su marido desde la ventana de su casa, cuando la pretendiente de Ennis rompe a llorar echándole en cara “que las mujeres no se enamoran de los hombres divertidos”, cuando la madre de Jack le pide a Ennis que les vuelva a ver o cuando Lureen habla por teléfono con Ennis. Pensándolo bien la película está repleta de grandes momentos gracias a los actores.

Yo diría que las palabras que mejor definen a esta película son contención, lírica, insinuación….El comienzo me parece absolutamente magnífico y anticipa lo que vas a ver después: un paisaje con una furgoneta al fondo, grandes cielos azules plagados de grandes nubes dominando la pantalla en una imagen estática que precede a otra similar, una pequeña población y dos tipos que acuden a buscar trabajo y que apenas se hablan pero se vigilan y escrutan. Los primeros minutos sorprenden, te “meten en canción”, descubres con ellos que lo que vas a ver no es lo de siempre, que los silencios son tan importantes o más que las palabras y de pronto, de forma tranquila y pausada la historia arranca, va cogiendo velocidad suavemente y discurre como aguas tranquilas en un río y te vas metiendo en ella, en Brokeback mountain, el lugar mágico que cambiará para siempre la vida de los personajes. Otro director quizás hubiera aprovechado para filmar paisajes preciosistas y recrearse con ellos mediante una fotografía colorista. Ang Lee no, sí que cuida el encuadre y trata de dar importancia a los cielos y los prados con picados o contrapicados, pero no intenta ser preciosista con nada más que la mera belleza de la propia naturaleza y usa ésta para ensalzar la importancia del escenario y poco a poco vas notando que el ambiente te atrapa, comprendes lo que tiene de magnético y especial para los personajes y mucho más teniendo en cuenta quiénes son y de dónde proceden, que sus vidas no han sido precisamente alegres, pero que ese lugar sí lo es para ellos. Esto lo entiendes incluso mucho mejor cuando, por contraste, después vas siendo testigo de como evolucionan esas vidas y en qué ambientes se mueven.

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La película en el fondo es un gran drama romántico. Poco importa cuál es la condición sexual de sus protagonistas, Ang Lee consigue que llegues a entenderlos y a estar de su lado y a sentir con intensidad su relación como lo harías con un hombre y una mujer enamorados y siempre con exquisito gusto y tacto salvo en dos escenas fugaces que incluye porque son absolutamente necesarias para comprender la historia. Ambos se hacen próximos a tí y comprendes el por qué de sus motivaciones y eso hace que crezca la intensidad de la historia ya que, comprendiendo a ambos, entiendes que la razón de su infelicidad está en ellos mismos sí, pero también en lo que les rodea, que no es tan bucólico y especial como Brockeback y nunca lo será porque no puede serlo como bien sabe el personaje de Heath Ledger, Ennis, atrapado entre lo que desea y lo que debe hacer y ser para que todo funcione aunque al final el destino se lo quiebre. O quién sabe si el destino o más bien la personalidad de Jake y la incomprensión de la sociedad en la que vive, porque Jake vive “en la boca del lobo”, en Texas…..por eso Ennis no está dispuesto a desplazarse allí cerca de él. Por eso y porque necesita a sus hijas cerca…¡Qué gran escena aquella en la que su hija se reúne con Ennis en su caravana al final!

La gran ironía es que se trata de un drama romántico entre vaqueros (ovejeros habría que decir en este caso), la quintaesencia del “macho” estadounidense, pero lejos de parecerme eso una burla, me parece un acierto, un riesgo, una postura valiente que quiere demostrar que poco importa quién o qué sean los personajes, sino lo que importa es lo que sienten y el drama que surge entre ellos. Es en este sentido una película muy humanista, que se centra en el individuo por encima de la colectividad, ya que en el fondo la colectividad sólo es o debería ser una suma de sus individuos. Pocos directores hay capaces de filmar una película de este tipo y de hacerlo con la habilidad que ha demostrado Ang Lee, un director sensacional, capaz de bordar géneros absolutamente dispares y de firmar películas tan magníficas como “Sentido y sensibilidad“, “La tormenta de hielo“, “Tigre y dragón” o la minusvalorada “Hulk“, aunque claro, puede que con “Brokeback mountain” haya logrado su obra maestra…..aunque me parece mucho decir, porque más grandes películas llegarán de su puño y letra y si no…tiempo al tiempo.

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Id a vedla conscientes de lo que es, decididos a dejaros llevar por el remanso de un desarrollo pausado que en realidad esconde un drama intenso, atended a los diálogos y a lo que ellos implican, disfrutad de las imágenes en plena naturaleza y la suave música de Gustavo Santaolalla, descifrad lo que se esconde detrás de las miradas, de los rostros y de esas lágrimas que llenan las cuencas de lo ojos y que parecen no caer, haced un esfuerzo por comprender a los personajes y sus motivaciones, sus decisiones……y al final, desmayadamente la película irá concluyendo suavemente entre miradas atónitas y gente que desfilará del cine en silencio y si todo ha ido bien habréis visto la mejor película del año y habréis disfrutado de una experiencia inolvidable. Esto es cine y cine del grande.

Y, por cierto…..esta es una película para ver obligatoriamente en pantalla grande  😉