La última película de Juan José Campanella se ha convertido ya un éxito en España después de su exitoso paso por el Festival de San Sebastián y unos destacadísimos números en la taquilla.

 

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Países: Argentina y España.
Duración: 129 min.
Género: Drama.
Interpretación: Ricardo Darín (Benjamín Espósito), Soledad Villamil (Irene Menéndez), Pablo Rago (Ricardo Morales), Javier Godino (Isidoro Gómez), Guillermo Francella (Sandoval).
Guión: Eduardo Sacheri y Juan José Campanella; basado en la novela “La pregunta de sus ojos” de Eduardo Sacheri.
Producción: Gerardo Herrero, Mariela Besuievsky y Juan José Campanella.
Música: Federico Jusid.
Fotografía: Félix Monti.
Montaje: Juan José Campanella.
Dirección artística: Marcelo Pont.
Vestuario: Cecilia Monti.
Distribuidora: Alta Classics.
Estreno en Argentina: 13 Agosto 2009.
Estreno en España: 25 Septiembre 2009.

 

Hace ya unas semanas se estrenó la última película del director argentino Juan José Campanella, que por aquí tuvo su mayor éxito allá por el 2001 con “El hijo de la novia”, aunque es también responsable de películas tan interesantes como “El niño que gritó puta” (1991), “El mismo amor, la misma lluvia” (1997) y “Luna de Avellaneda” (2004) además de varios episodios de la serie “House”. Campanella es hoy por hoy uno de los directores sudamericanos más destacados y así se reconoció en el Festival de cine de San Sebastián, donde fue aplaudido por crítica y público aunque terminara ganando “City of Life and Death” del chino Chuan Lu y “El secreto de sus ojos” lo confirma puesto que es una de las grandes películas que de momento se han estrenado en el 2009.

El secreto de sus ojos” entremezcla una historia personal (romántica) con otra de impacto social y tono policiaco y de suspense (la investigación de un asesinato) y ambas perfectamente “envueltas” por el trasfondo sociopolítico de un país, Argentina, urdido todo en un guión admirable y presentado con un estilo narrativo clásico pero una factura moderna. He querido poner tantas cosas como es la película en una sola frase, pero mejor lo explico más detenidamente.

Lo primero que creo que hay que decir de esta película es que es cine para adultos en contraposición con el cine que por ejemplo hacen los estudios de Hollywood durante la mayor parte del año (con esto no digo que no la pueda disfrutar alguien que no sea adulto y tampoco menosprecio al cine para otros segmentos de edad, a lo que me refiero es que acción la justa, esencialmente lo más trepidante son las palabras que se cruzan los personajes o esas miradas que lo dicen todo sin necesidad de más y el asunto en cuestión gustará más a quien quiera algo más que un entretenimiento visual). Vamos, que si acudís al cine os encontraréis con que quienes disfrutan esta película hacen un promedio de edad de ¿45 años?. Y repito, lo digo sin otro interés que alertar a quien lea esta reseña porque hay que saber qué es lo que se va a ver.

En segundo lugar destacar que esta película que hace unos años hubiera sido una más estilísticamente hablando, hoy es una rareza a contracorriente porque la cámara y el montaje no juguetean como ya nos han acostumbrado las películas de moda, sino que la primera se instala en un lugar adecuado y se mueve lo justo y el segundo es sencillo pero efectivo y no excesivamente rápido. El principal desafío estilístico que se juega el director es una fotografía en ocasiones oscura y lúgubre, como las esquinas recónditas de la propia historia que cuenta, pero en general es una película de corte clásico, más preocupada por buscar el efecto en la palabra, en el diálogo y en la intrepretación de los actores.

Llegamos al punto fuerte, cada palabra, cada diálogo, es en sí mismo una delicia. Los personajes dicen cosas, insinúan otras y desvelan muchas más en sus rostros, de modo que cada escena está repleta de pequeños detalles que hay que ir descubriendo como si una película de intriga fuera, que lo es también; pero esencialmente el interés radica en lo que los actores consiguen con cada conversación o con las reflexiones que se hace el propio protagonista.

Como sucediera en las películas anteriores de Campanella, Ricardo Darín, increíble actor, vuelve a comerse la pantalla y atrapa nuestra atención y nuestro interés como un auténtico agujero negro y uno no puede resistirse a identificarse con él y a mantenerse a su lado y en su perspectiva de inicio a fin de la película, milagro que consigue una y otra vez en cada actuación con la aparencia de estar siendo él mismo simplemente, aunque no, Darín es mucho más.

Su personaje, enamorado en secreto y poderosamente íntegro es uno de los personajes de este año porque en él hay mucho de cualquiera. Por eso y porque la película está magníficamente desarrollada uno queda atrapado de inicio a fin sonriendo, lamentándose, intrigado o indignado porque hay tiempo para todo en este maravilloso guión que nos regala Campanella en colaboración con Eduardo Sacheri. La historia trata sobre un hombre, Benjamín Espósito, que siempre ha trabajado como empleado de un juzgado de lo penal y ya jubilado quiere escribir una novela. A priori, ¿a quién le interesaría? Pues resulta que lo que cuenta y sobretodo cómo lo cuenta, ha convertido a esta película y a ese argumento en uno de los preferidos de este año por su humanidad, por su proximidad, por lo denso que resulta todo lo que está por debajo de la apariencia y por la emoción que late en cada escena, en cada mirada y en cada diálogo ya sea cuando Espósito departe con su amigo Sandoval (inolvidable personaje de Guillermo Francella), cuando Espósito queda absorto con su jefa Irene o cuando Espósito investiga a lo detective privado. Varios géneros en uno, varias historias en una y un director en auténtico estado de gracia.

Una película conmovedora, cercana y francamente magnífica. No os la perdais.