Seguimos ampliando nuestra filmoteca de clásicos con un título poco conocido pero imprescindible en una buena colección de cine bélico. Se trata de una película alemana del año 93 que pasó por los cines de puntillas y en cambio es magnífica.

http://www.via-news.es/images/stories/cine/Resenyas/stalingrado.jpgAño: 1993.
Título Original:  Stalingrad
Nacionalidad: Alemania-Suecia.
Género: Bélico, drama
Fotografía: Joseph Vilsmaier
Música: Norbert J. Schneider
Montaje: Hannes Nikel
Guión: Johannes Heide, Jürgen Büsche y Joseph Vilsmaier.
Actores: Dominique Horwitz, Thomas Kretschmann, Jochen Nickel, Dana Vavrova y Martin Benrath.
Producción: Joseph Vilsmaier, Hanno Ruth, Günter Rohrbach
Duración: 135 minutos.
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“Stalingrado” es una auténtica rareza dentro del género de cine bélico. Lo fue en el momento del estreno y lo es todavía, porque han sido muy escasas las películas sobre la segunda guerra mundial que se han filmado desde la perspectiva alemana; no todas poseen su profundo calado dramático y mucho menos se ha trabajado la idea de que en el ejército alemán también hubo soldados que padecieron con el conflicto (recientemente sí contamos con la magnífica “El hundimiento”, que explica los últimos días de Adolf Hitler y su entorno).

“Stalingrado” cuenta además un episodio muy cruento pero poco habitual en las crónicas bélicas cinematográficas (salvo en “Enemigo a las puertas”), que se centra en el cerco a la ciudad rusa que actualmente se denomina Volvogrado, un punto que los alemanes consideraban estratégico para dominar el Cáucaso y el Volga. En esta localización tuvo lugar el enfrentamiento más sanguinario quizás de la historia, con una cifra de entre uno y cuatro millones de muertos.

El director de la película es Joseph Vilsmaier (aunque no es muy conocido por España si tiene una notable fama en Alemania) que se encargó del proyecto bajo los auspicios económicos del productor Günter Rorhbach, que ya había alcanzado tiempo atrás un gran éxito con “El submarino”, una magnífica película que lanzó a la fama a Wolfgang Petersen y con la que ésta guarda gran parentesco estilístico. Director y productor dan a la película un tono dramático y  realista que no elude ni momentos dolorosos, ni solapa el sufrimiento de los personajes y por su puesto tampoco edulcora una puesta en escena que muestra bien a las claras lo terrible del escenario: el frío inmisericorde del invierno ruso y lo destartalado y herrumbroso de los lugares asolados por bombas y ráfagas de ametralladora.

Por su puesto esta película es un alegato antibelicista en toda regla y refleja el sinsentido de la guerra no solo mediante las imágenes sino también a través de un guión en el que se ponen en entredicho las jerarquías militares, la coherencia misma del mando y el sentido del enfrentamiento. Evidentemente no es una película fácil de ver y tampoco es fácil de digerir, pero como contrapunto a otras con fines propagandísticos o que realzan el tono épico de toda confrontación consigue a la perfección su objetivo y deja una huella profunda en el espectador.

No fue en su día un título excesivamente apreciado, se estrenó en España en época de “vacas flacas” en pleno verano del 93 y pasó sin pena ni gloria por los cines, pero el tiempo ha ido ubicándola en un lugar más destacado dentro de nuestra memoria de películas bélicas, quizás por su magnífica labor desmitificadora y su tono dramático.

El proyecto fue uno de los más caros del cine alemán en su día, se grabó en la antigua Checoslovaquia, Finlandia e Italia y se convirtió en una de las producciones europeas más destacadas del año 1993.

La historia se centra en un grupo de soldados alemanes que, recién llegados de la batalla del Alamein, se encuentran reposando en la Riviera italiana, cuando se les envía al frente ruso bajo las órdenes de un teniente interpretado por Thomas Kretschmann (un actor alemán al que después hemos visto en infinidad de películas como “U-571”, “La reina Margot”, “Blade II”, “El pianista”, “El hundimiento”, “King Kong”, “Next”, “Wanted” o “Valkiria”).

Desde el principio la lectura de la película está clara: la guerra tiene poco de reconfortante o glorioso. Es algo que se observa en cada fotograma, en cada lugar destartalado e inhumano por el que pasan los personajes y que se refleja en cada suceso. El argumento de hecho conduce a los protagonistas a una creciente desesperación que les lleva a un final dramático. No hay héroes, sino seres humanos, personas normales y corrientes soportando estoicamente los mazazos que les va dando la guerra hasta acabar sumidos en la desesperación personal. Psicológicamente los hechos y el ambiente hostil que les rodea los van hundiendo de manera inmisericorde: sin tiempo para el descanso deben dejar la Riviera para ir a luchar en el  peor escenario posible, un retraso en la formación hace que algunos de ellos pierdan una condecoración, se desplazan en trenes de ganado insalubles hasta su destino, los superiores no atienden a las injusticias cometidas por los oficiales (son incidentes a los que no hay que prestar importancia), en la locura de los enfrentamientos es habitual que se disparen y maten entre ellos, muchos avances son auténticos suicidios en masa, los altos el fuego para recoger heridos se convierten en masacres, los heridos quedan hacinados en hospitales sin condiciones y sin médicos que puedan atenderles, los fusilamientos son impuestos….

Es una película dura y sin concesiones, que explica claramente lo terrible de la guerra, muy bien dirigida y magníficamente interpretada que seguramente no ha tenido el reconocimiento que merece.

Me quedo esencialmente con dos momentos en los diálogos que explican muy bien el conjunto, aunque escenas hay muchas y muy buenos (véase el enfrentamiento en la nieve contra los tanques con las bombas lapa, que es uno de los momentos más recordados):

– ¿En qué piensas?
– En nada, porque si piensas puedes volverte loco

–    ¿Cómo te llamas?
– Muller
– Hay muchos con ese nombre, al menos hasta el próximo ataque

Magnífica película a reivindicar. Eso sí, dura, intensa y descorazonadora como pocas.